lunes, 16 de agosto de 2010

LA BÚSQUEDA DEL SENTIDO DE LA VIDA EN VIKTOR FRANKL


Viktor Frankl neurólogo y psiquiatra austriaco, fundador de la Logoterapia, sobrevivió a varios campos de concentración entre 1942 a 1945,.incluidos Auschwitz y Dacha, y considera la necesidad, incluso en las circunstancias más adversas de encontrarle un sentido a la vida.

Frankl perdió a su esposa y a sus padres en los campos de concentración, y en circunstancias muy críticas logró sobrevivir; y posterior a ser liberado, se transformó en un destacado psiquiatra cuyo trabajo y experiencia de vida permitió ayudar a otras personas, a través de la técnica de la logoterapia y lo que denominó noogénesis, que significa la búsqueda del sentido de la vida. Posterior a su salida del campo de concentración, Frankl publicó varios libros, obtuvo un doctorado en filosofía y presidió la Sociedad Médica Austriaca de Psicoterapia. Uno de los aspectos fundamentales en la obra de Víctor Frankl es el énfasis en la búsqueda del sentido de la vida, que constituye una especie de fuerza primaria, que permite que el hombre alcance un fin que satisfaga su propia voluntad de sentido (Frankl; 2004: 121).

Viktor Frankl considera que existen tres caminos para lograr descubrir el sentido de la vida: Un primer camino se relaciona con la necesidad de adquisición de conciencia acerca de las responsabilidades personales e individuales de los seres humanos, y corresponderá al individuo decidir, si debe interpretar su existencia como una responsabilidad ante la sociedad o ante su propia conciencia (Frankl; 2004: 132); el segundo camino se produce a través del amor, debido a que nadie conoce la esencia de otro ser humano si no lo ama (Frankl; 2004: 134) y el tercer camino es a través del sufrimiento, que se presenta cuando el individuo se enfrenta con una situación límite o ineludible, como sucede durante una enfermedad terminal o incurable; y esa compleja situación le ofrece al individuo, la oportunidad de realizar el valor supremo de aceptar el sufrimiento.

El hombre tiene que elegir una única respuesta ante las diferentes circunstancias que la vida le presenta, y esa libertad de elección no debe entenderse como una arbitrariedad, sino que se relaciona con el sentido que le otorga cada individuo en concreto a la vida. El sentido de la vida se puede concretar en la realización de valores, que se definen como diferentes posibilidades de sentido y que depende de la decisión del hombre de realizar un valor determinado entre los diferentes valores que son posibles (Freire, 2002: 108).

Frankl se refiere al sentido como “logos” y la terapéutica fundamentada en la búsqueda del sentido de la vida la denomina Frankl como logoterapia, que plantea la existencia en el ser humano de tres dimensiones: a. dimensión física, b. dimensión psicológica, c. dimensión humana o noética. Frankl utilizará el término noético para referirse a la dimensión del hombre exclusivamente humana, donde el hombre estaría aprisionado en la dimensión física y condicionado en la dimensión psicológica, pero existiría la posibilidad de alcanzar su libertad en la dimensión “noética “.

La logoterapia representa el elemento fundamental del Sistema de Víctor Frankl, y es importante considerar la etimología de la palabra logos, y su vínculo con el proyecto psicoterapéutico de la logoterapia. Logos significa palabra que es un elemento fundamental en el método terapéutico de Víctor Frankl, debido a que es a través de ésta, que se inicia el diálogo entre el paciente y el terapeuta. Una segunda acepción es la búsqueda de sentido o propósito de la existencia humana, y un tercer sentido es el que hace referencia a lo espiritual, palabra difícil de definir desde una perspectiva unívoca debido a las connotaciones religiosas y teológicas que tiene la palabra y es la razón para que Víctor Frankl prefiera utilizar el término “noológico”, para evitar las confusiones que surgiría de vincular religiosidad con espiritualidad.

La dimensión noológica o espiritual constituiría la dimensión intima, específica, constitutiva y distintiva del ser humano; es decir la verdadera dimensión del existir humano, que se elevaría desde un plano somático – psíquico a una dimensión espiritual, e implicaría una nueva forma de aproximarse al ser humano, no desde una perspectiva cientificista, sino espiritual y existencial (Freire; 2002. 61 – 62).

El hombre para Víctor Frankl es una unidad psicopsíquica que no está aislada, sino que se encuentra vinculada con lo espiritual; es decir, la unidad de lo somático y lo psíquico, no constituye la integridad del hombre, sino se vincula con la dimensión espiritual, y es necesario para Frankl, enfatizar en esta dimensión, debido a que permitiría superar muchos de los males que le aquejan, que no se lograría si se enfatiza exclusivamente en el cuerpo físico o a la psique.

Frankl es partidario de una ontología dimensional que permita al hombre restaurar y armonizar las tres dimensiones en la unidad, y que se fundamentaría en la tridimensionalidad ontológica para explicar la estructura psicológica y la conducta humana, caracterizada porque lo espiritual configuraría la dimensión que distingue al hombre de los demás seres vivos y que constituiría el núcleo fundamental de sus actos y de su existir, que se relacionaría con aspectos esenciales del ser humano tales como la intencionalidad, que implicaría la posibilidad de vincularse y orientarse hacia otra persona a través de la capacidad de amar , que implicaría la aceptación del “otro”, desde una vertiente positiva (Freire, 2002: 81 – 82) .

La dimensión espiritual sería fundamental en la búsqueda del sentido de la vida en el ser humano; sin embargo, uno de los serios problemas del hombre contemporáneo para Viktor Frankl, sería la existencia de un profundo vacío en su interior, que se manifiesta en el tedio o aburrimiento (Frankl; 2004: 129). Frankl habla de la existencia de un imperativo categórico de la logoterapia que dice: “obra así, como si viviera por segunda vez y la primera vez lo hubiera hecho de una manera desacertada ” (Frankl; 2004: 131)

Víctor Frankl señala que la pérdida del sentido de la vida, y la frustración que surge como consecuencia de esta frustración, es causa de afecciones psíquicas. El hombre que padece de frustración existencial, desconoce como llenar ese vacío existencial y se siente sin apoyo (Frankl; 1965: 50)

El vacío interior que surge de la frustración existencial, puede llegar al extremo en algunas personas de considerar al suicidio como salida a esa situación, sin embargo esa frustración, también se puede manifestar como un exceso de actividad o un interés excesivo por el dinero que Frankl denomina voluntad de dinero (Frankl; 1965: 56); y en estas situaciones el vacío existencial se puede manifestar además por un interés exagerado por la bebida, drogas o el juego. El ritmo acelerado de la vida es para Frankl: “ sólo un intento, vano por desgracia, de autocuración de la frustración existencial, pues cuanto menos sabe el hombre de una meta para su vida , tanto más acelera el paso en su andar por los caminos de la vida” (Frankl; 1965: 58).

Cuando en el individuo persisten complejos conflictos existenciales relacionados con la perdida del sentido de la vida, aparecen la neurosis noógenas, que provendrían de la dimensión noética, término que utiliza Frankl en oposición a la neurosis en el sentido estricto de la palabra, y que hace referencia a elementos que se encuentran en la dimensión espiritual de la existencia humana. Las causas fundamentales de las neurosis noógenas se relacionarían con: la preocupación y la desesperación existencial, que se traducen en angustia, y es fundamental para Frankl, reflexionar acerca de las causas que configuran y conforman esa crisis existencial (Frankl; 2004. 124).

El hombre para Viktor Frankl requiere encontrar un sentido a su propia vida y a su existencia; y es fundamental responder a todas las situaciones que la vida plantea a la especie humana, y es en la búsqueda de este sentido, que los seres humanos deben asumir la responsabilidad personal y las acciones de la existencia concreta (Freire; 2002:104).

En la existencia de los seres humanos, se presentan diversas situaciones y circunstancias; y el hombre actuaría en función de sus valores, que incluyen según Víctor Frankl : valores de creación, que son las acciones del ser humano, caracterizadas porque el individuo otorga al mundo algo de sí mismo, y transmite a su entorno parte su propio ser y de su actuar; valores de vivencia que se refieren a la posibilidad de recibir los dones que otorga la existencia, tales como: la contemplación de la naturaleza, el arte, o la cultura; y los valores de actitud, que implicaría la facultad de los seres humanos de aceptar un destino adverso .

En una sociedad que enfatiza en lo fáctico, sucede que muchas veces los " valores de vivencia”, a los que se refiere Frankl, son desconocidos e ignorados, y por el contrario se promueve el individualismo, la competitividad y el éxito económico. También el hombre en determinadas circunstancias, sentirá y experimentará la influencia de su destino adverso; sin embargo, en función de los valores de actitud anteriormente mencionados, tendrá la posibilidad de superar las situaciones que la misma existencia plantea.

La ontología dimensional existencial de Viktor Frankl, también establece una vinculación con la temporalidad y específicamente con el segmento de tiempo que se extiende desde el nacimiento hasta la muerte, que son dos de los sucesos fundamentales de la vida de los seres humanos, y dentro de esa temporalidad limitada en los extremos por esos dos sucesos: el nacimiento y la muerte; el hombre debe procurar trascender la existencia y buscarle un sentido.

La vida implicaría un constante fluir de instantes, y el tiempo presente representaría para Frankl el único tiempo existencial, debido a que en el tiempo presente pueden los seres humanos ejercer la responsabilidad de tomar sus propias decisiones y expresar su libertad. El pasado formaría parte de la historia personal de cada individuo y el futuro simplemente sería incierto, y es en el presente cuando el hombre podría ejecutar una determinada acción y hacerse responsable por las mismas, y esa acción responsable en un tiempo presente permitiría al ser humano modificar el sentido del pasado y modelar el sentido del futuro (Freire, 2002: 127); es decir aunque el pasado permanecería inalterable, el sentido que adquiere puede modificarse desde el presente , y en esas circunstancias surgen el arrepentimiento y la posibilidad de cambio, que permitiría otorgarle un nuevo sentido, y a pesar de la incertidumbre del futuro, estaría indefiniblemente vinculado con el presente , debido a que las decisiones o acciones influirían las posibilidades de realización en un tiempo futuro.

El presente representaría el único tiempo que tiene el ser humano para ejercer su responsabilidad ante la existencia; sin embargo, a través del pasado reflexionaría acerca de las experiencias, las frustraciones, éxitos, alegrías y desencantos; es decir, el pasado no estaría simplemente constituido por recuerdos de experiencias pasadas, sino que le permitiría al hombre aprender y adquirir una experiencia de un gran valor en el tiempo presente.

El futuro también estaría estrechamente vinculado al presente, debido a que reforzaría la intencionalidad de la acción del ser humano para actuar en el mundo, interaccionar con otros seres y enfrentar las circunstancias del destino; y se relacionaría con el tiempo futuro a través de la esperanza , e implicaría además la acción responsable de los seres humanos no sólo en un tiempo presente, sino en un tiempo futuro que le conferiría a la existencia una dimensión de esperanza y optimismo, que dependerá de la responsabilidad del sujeto en la realización de valores, que sólo finalizarán cuando desaparezcan las oportunidades de futuro, que sólo ocurre con la muerte.

Las decisiones en el tiempo presente, se vincularían con la realización de valores en el tiempo futuro, y para Viktor Frankl, el presente constituiría el único tiempo existencial, debido a que permitiría superar los errores pasados y enrumbar al futuro, a través de un reforzamiento de la intencionalidad en el presente para lograr lo que se espera de la existencia.

Uno de los dilemas de la búsqueda del sentido de la vida, es la dificultad para objetivar ese sentido, debido a que no existe un sentido de la vida único o universal, sino que cada individuo debe esforzarse por buscar su propio sentido de la vida debido a que como señala Frankl: “Este sentido es único y específico, en cuanto es uno mismo y uno sólo quien ha de encontrarlo” (Frankl; 1004: 121).

La búsqueda del sentido para Frankl, más que un derecho inalienable del hombre, es la esencia misma de su humanidad, y esta búsqueda del sentido, implica el hecho de considerar al hombre como un sistema abierto, con infinitas posibilidades; sin embargo, es fundamental como lo señala Frankl, que el individuo adquiera conciencia acerca de sus responsabilidades ante la sociedad y ante su propia persona (Frankl; 2004: 121).

La logoterapia según Frankl, tendrá como finalidad que el individuo comprenda el amplio espectro de valor y contenido en su horizonte existencial y el sentido de la vida debe buscarse en la relación del individuo con el mundo que lo rodea; es decir, en el sentido concreto de la existencia y no necesariamente dentro de la propia psique, debido a que funcionaría como un sistema cerrado, y es necesario que la dimensión física, la dimensión psíquica y la dimensión noética estén integradas, interrelacionadas y vinculadas (Frankl; 2004: 132).

El objetivo de la Logoterapia estaría dirigido a recuperar el sentido de la vida; sin embargo, es necesario lo que Frankl denomina análisis existencial, que implica una explicación de la existencia concreta y que se realiza o logra a través de la biografía del sujeto, que tendría como finalidad que recupere el sentido de su propia vida, que no necesariamente implica sentir placer o alegría, sino que sea capaz de desarrollar los valores de actitud, que permitiría al ser humano tener la capacidad de enfrentarse a todas las situaciones adversas, incluyendo el sufrimiento o el dolor (Frankl; 1965: 69).

Desde esta perspectiva Viktor Frankl descompone al hombre (Homo Sapiens) en: “Homo Faber” que es el que consume su existencia por medio de la actividad creadora, en “Homo Amans” que es el hombre capaz de enriquecer su vida por medio de sus vivencias emocionales y finalmente el “ Homo Patients” que es capaz de lograr plenitud en su vida, incluso en circunstancias adversas : tales como la falta de éxito o el sufrimiento; es decir, la posición de Viktor Frankl se traduce en un trascender de la pasividad del hombre, ante estas circunstancias y la posibilidad de realizar los valores de actitud, que implica un sentido activo de obrar, incluso durante el sufrimiento (Frankl; 1965: 73)

La búsqueda del sentido de la vida para Frankl, se relacionaría con la “ autotrascendencia de la existencia”, más que con la “autorrealización”, debido a que esta última no puede situarse como meta, porque no se puede considerar al mundo como una simple expresión de uno mismo, como instrumento, o como medio para conseguir la autorrealización, debido a que en estas circunstancias existiría el riesgo de la transformación de la “visión del mundo”, en un simple medio para satisfacer deseos .

Es fundamental enfatizar en el sentido humano que implica reconocer la presencia y existencia del otro, debido a que ser hombre implica dirigirse hacia el prójimo, hacia alguien distinto de uno mismo (Frankl; 2004: 132). Si el ser humano se contentase con satisfacerse a sí mismo, sin asumir sus responsabilidades y expresar sus potencialidades en el mundo que lo rodea, terminará siendo víctima del vacío existencial; es fundamental para Frankl, que el ser humano esté preparado y tenga la disposición de entregarse al prójimo, a un “ otro” o a un ser que se “ama”.

El sentido de la vida y la felicidad no se adquirirá por medios artificiales, debido a que pudiese tener un efecto en la dimensión física o psicológica, pero no en la dimensión noética o existencial, e incluso su efecto puede ser contraproducente, al no existir en el mundo real, motivos para alcanzar su felicidad.

En el sufrimiento también existe la oportunidad de encontrarle un sentido a la vida, como le sucedió al mismo Frankl, al estar privado de su libertad en los campos de concentración y: “Al aceptar el desafío de sufrir con entereza, la vida mantiene y la conserva hasta el final” (Frankl; 2004: 136).

En la búsqueda del sentido de la vida, también la religión y la espiritualidad desempeñan un papel muy importante, debido a que la realidad interpretada en su totalidad comprende no sólo una dimensión humana, sino también sobrehumana. La religión se traduce en una experiencia mística y personal, de los profetas y demás místicos que transmitieron esa experiencia a los discípulos, y para que esa experiencia pudiese ser transmitida a las siguientes generaciones, fue necesario la preservación de esa experiencia en un cuerpo doctrinario; sin embargo, el hombre comenzó a cuestionar esa experiencia y a considerarla como un conjunto de proposiciones intelectuales susceptibles de ser juzgadas, por ser contrarias a su propia experiencia de vida.

Viktor Frankl plantea que esa dimensión sobrehumana, que siempre fue considerada como potestad de las diferentes religiones, también debe convertirse en la actividad de todo ser humano. Es importante señalar que estas experiencias trascendentales, que permiten al hombre percibir y participar de esa dimensión sobrehumana, de una manera similar a los místicos religiosos, en nuestra sociedad suelen ser reprimidas debido a que son consideradas como señal de locura o inestabilidad mental; sin embargo esas experiencias cumbre como las denominaba Abraham Maslow, pueden transformar a la personas, descubrir nuevas posibilidades, y otorgarle un nuevo sentido a la vida.

Frankl plantea la existencia de una espiritualidad inconsciente en el sentido de un estado inconsciente de relación con lo divino, que aparece como una relación a lo trascendental que es inmanente al mismo hombre (Frankl; 1999: 66).

“Hay siempre en nosotros una tendencia inconsciente hacia Dios, es decir, una relación inconsciente pero intencional a Dios. Y precisamente por ello hablamos de la presencia ignorada de Dios” (Frankl; 1999: 66).

“ Y si llegamos a hablar de “ Dios inconsciente”, no quiere decir que Dios en sí mismo y por sí mismo sea inconsciente, más bien significa que Dios a veces nos es inconsciente, que nuestra relación con él puede ser inconsciente, es decir , reprimida y por tanto oculta para nosotros mismo” ( Frankl; 1999: 67) .

Frankl al referirse a la religiosidad inconsciente, a diferencia de Jung que la relaciona con arquetipos y a elementos del inconsciente colectivo o arcaico, Frankl considera que esta religiosidad emerge del centro del hombre, de la persona misma y adquiere la seguridad de la existencia de un orden en el universo. La dimensión sobrehumana dependería de la conciencia de cada individuo, y a diferencia de la realidad humana, no podría ser investigada y comprendida por la ciencia, debido a que según Frankl conformaría una realidad que es inaccesible al entendimiento humano.

La relación del hombre con lo divino es ineludible para Frankl y al individuo le corresponde tomar conciencia de esta relación desde su propia comprensión y ni siquiera el “otro”, puede abolir esta relación; debido a que para Frankl, el hombre, incluso el “otro” presupone la existencia de una dimensión superior y lo que la mayoría de los “otros” rechazan, no es la existencia de una dimensión sobrehumana, sino las ideas tradicionales de Dios (Fabry; 1977: 244).

El hombre irreligioso según Frankl considera a la conciencia como la última instancia ante la cual ha de sentirse responsable, y siempre exigiría una prueba de la experiencia religiosa; sin embargo esa prueba sólo podría suministrarla una experiencia que escapa a toda argumentación lógica (Fabry; 1977: 244). Frankl al referirse a la religión del hombre señala un símil o comparación con el lenguaje, que se caracteriza por ser una combinación de elementos universales y personales; que implica la posibilidad de una comunicación con lo divino desde su propia perspectiva personal, sin dejar de utilizar los símbolos comunes de la religión, la cual se transformaría en auténtica según Frankl cuando el hombre no fuese de algún modo impulsado a la religión, sino que fuese el resultado de su propia decisión ( Frankl; 1999: 79).

La verdadera religión como expresión de la existencia humana debe surgir del hombre mismo, de una manera espontánea y jamás el hombre debe ser obligado, debido a que toda manipulación estaría condenada al fracaso.

La logoterapia como método propugnado por Frankl ayudaría a iluminar el camino que conduce hacia la búsqueda del sentido de la vida, e implicaría que el hombre, aunque fuese un ser limitado por el tiempo, dentro de esos límites es dueño de su libertad, y del uso que haga, dependerá que su existencia sea plena o por el contrario, exista la posibilidad de la pérdida de todo su sentido.

Bibliografía.


Fabry, Joseph B.(1977). La búsqueda de significado. México: Fondo de Cultura Económica.

Freire, José Benigno. (2002). Acerca del hombre en Viktor Frankl. Barcelona: Editorial Herder.

Frankl, Víctor E. (1999) . La presencia ignorada de Dios. Barcelona: Editorial Herder.

Frankl, Viktor. (2004). El hombre en búsqueda del sentido de la vida. Barcelona: Editorial Herder.